Diciembre 2019
Probablemente en 100 años, la Setúbal dejará de ser laguna para convertirse en río. Esto implicará un cambio paulatino en el paisaje natural que obligará a replantear el ordenamiento territorial urbano. Una tesis de grado de la Universidad de Ferrara, Italia, aborda este tema con aportes de la FICH.
Lucía Radoccia tiene 26 años y estudia arquitectura en la Universidad de Ferrara, Italia. En 2017 realizó una movilidad en Santa Fe y este año regresó a la ciudad por unos meses para avanzar con su tesis de grado acerca de un tema que se está investigando en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en el marco del CAI+D «Evaluación interdisciplinar de procesos de apertura, mantenimiento y cierre de cauces secundarios del río Paraná», dirigido por Carlos Ramonell.
“Lucía quería abordar una problemática de la ciudad de Santa Fe, considerando la estrecha relación que tiene con sus ríos, arroyos y lagunas. Actualmente, uno de los temas relevantes involucra a la laguna Setúbal, la cual está perdiendo superficie frente al avance de los sedimentos que introducen los arroyos Leyes y Potrero. En este contexto, desde una visión dinámica del paisaje, el desafío era pensar de qué modo se podía intervenir en el territorio para morigerar los impactos de los cambios que pueden afectar el ambiente de la costanera santafesina en 50 años”, explicó Ramonell.
“La idea es plantear estrategias de adaptación de la ciudad a los cambios naturales del paisaje; replantear el diseño urbanístico a partir de las modificaciones que está sufriendo la laguna; cómo transformar en una oportunidad de desarrollo lo que hoy se presenta como un problema”, completó Lucía.
De laguna a río
En su tesis, Lucía elabora escenarios de la evolución del delta del Aº Leyes y Potrero, desde el año 1976 hasta el 2100. Según este análisis, hasta el 2018, la laguna Setúbal perdió el 37% de su superficie a 2.70 m del nivel hidrométrico, lo que implica menor capacidad de almacenamiento de aguas. “Con este estudio se advierte que el delta está creciendo dentro de la laguna aproximadamente 100 metros por año, transformándola en áreas de islas y bañados.
En los próximos 50 años, el frente del delta alcanzará el norte de la ciudad y la laguna, en los próximos 100, acabará convirtiéndose en una planicie isleña con un río recorriéndola, con todos los cambios en el paisaje y su dinámica que ello implica”, resumió Ramonell.
De acuerdo con este análisis, el paisaje lagunar quedará configurado en dos brazos fluviales, de los cuales el más importante estará cercano al lado oeste de la costanera. “Actualmente, la laguna tiene un oleaje de muy baja energía, por lo que su capacidad erosiva es muy limitada. Pero cuando cambie este escenario natural y se instale un río, que tiene una dinámica erosiva mucho mayor a la de una laguna, esta parte de la ciudad deberá estar preparada para morigerar los impactos de crecidas y erosiones”, razonó Ramonell.
La propuesta
Frente a este escenario predictivo, hay dos posibles abordajes. Dejar que los cambios en el paisaje fluyan naturalmente y acompañar con la implementación de medidas estructurales tendientes a reducir los impactos en el desarrollo urbano, o bien intervenir en ese proceso de cambio natural en armonía con un diseño urbanístico acorde al nuevo paisaje.
Lucía optó por la segunda alternativa. “En lugar de permitir que un cauce agresivo se desplace cerca de la ciudad, desviarlo más al este en la laguna, a través de pequeños dragados o empalizadas. De este modo, se concentran los dos brazos del potencial río con sus islas, bañados y lagunas menores lejos del territorio urbano, conservando un amplio espacio lagunar cerca de la ciudad”, explicó la tesista.
Cómo lograrlo es el próximo paso de su tesis, que concluirá en Italia. Mientras tanto, su trabajo sienta un antecedente en el modo de abordar la interacción entre ciudad y naturaleza desde una visión dinámica del paisaje isleño. Además, “en la tesis de Lucía queda plasmada la interdisciplinariedad que caracteriza a nuestras investigaciones, que abarcan cuestiones geomorfológicas, hidráulicas e hidrológicas, hasta ecológicas. En este sentido, su estadía en la ciudad fue clave para interactuar con investigadores de diferentes grupos y centros de investigación de la FICH, así como con funcionarios de los gobiernos local y provincial”, subrayó Ramonell.